Tres grandes razones que hacen del P. Hernán Alessandri un buen candidato a ser beatificado

El pasado 30 de marzo se cumplió un año del comienzo de la apertura de la causa de beatificación del P. Hernán Alessandri lo que no solo es un hito muy relevante para nuestra comunidad en Chile sino también para toda la Familia de Schoenstatt en el mundo. Por ende les dejamos un resumen de las tres grandes razones que hacen del P. Hernán un gran candidato para ser beatificado.

Los postulantes de la causa del P. Hernán declaran tres razones fundamentales para destacar en su personalidad. En primer lugar, su filialidad, que tiene que ver con su sentido de ser niño ante Dios. “Él tenía un corazón de niño. A eso se sostenía y se dejaba conducir por la Providencia. Siempre se mostró como instrumento de conducción providencial de Dios, instrumento de las enseñanzas y de la persona del Padre Kentenich y con un gran amor a la Santísima Virgen. Cuando yo era estudiante de teología y filosofía en Alemania, él llegaba a darnos charlas o clases y decía “bueno, no sé si voy a poder responder a todo lo que ustedes saben”, y claramente sabía. Además, ayudó mucho a la Conferencia Episcopal Chilena con documentos y textos, era una persona de gran lucidez, pero a pesar de eso mantenía conciencia de su fragilidad y humildad. Era de una gran humildad, que es algo básico para cualquier candidato a ser santo”, dice el P. Mariano Irureta, vicepostulador de la causa.

En segundo lugar, destaca la gran preocupación que demostró por la dignidad de las personas, especialmente por lo más pobres. Aquí obviamente destaca la gran labor que realizó con la creación de María Ayuda para ir en ayuda de los niños abusados, pero también hay huellas de su trabajo en Puente Alto con la fundación del Colegio José Kentenich y su trabajo pastoral en la zona oeste de Santiago (Carrascal) donde se le conocía como “el Jesús en bicicleta” porque se movilizaba por toda la zona pedaleando en dos ruedas.

“El sufría mucho cuando veía abuso contra las personas más pobres, más frágiles y dedicó su vida a los pobres. Visitaba a los más necesitados y se dedicaba a ello. Él se sentía bien entre los pobres. De hecho, tiene un texto muy bonito sobre la opción preferencial por los pobres, sobre como los pobres te dignifican”, dice Irureta.

Finalmente, un tercer punto, quizás el más destacado, fue la labor por rescatar el valor de la familia que, según destaca el P. Mariano Irureta, era para el P. Hernán Alessandri la única manera de derrotar la pobreza. “Con María Ayuda se preocupaba de la dignidad de las niñas, pero también de rescatar a sus familias. Puente Alto es un concepto de familia, no solamente del tema de la educación o religión, sino que de involucrar a la familia. De hecho, creó un colegio pedagógico para la familia, para los papás de los más pobres, porque creía firmemente que necesitaban también ser educados y formados: sin educación, sin formación, la familia no sale adelante”.

Destaca también su trabajo pastoral al unir el Evangelio con el amor matrimonial y dar famosas charlas sobre aquello. “La familia es una Eucaristía. El matrimonio es una Eucaristía como Cristo entregó. Dio su cuerpo entregando su Espíritu. Así también en el ámbito matrimonial familiar, los esposos entregan su cuerpo en la medida que dan su espíritu. El padre Hernán tiene una charla muy bonita sobre este tema. Él movió a toda la iglesia a preocuparse por la familia, por la pastoral familiar. De que en Chile fuera un país de hermanos. Lo fraternal para él era muy importante se comprometió en su obra que fue fecunda hasta el final. Pero también a nivel de Iglesia y como él también personalmente decía, la Iglesia es una familia y por eso en su humildad mantenía una relación filial con otros sacerdotes, obispos y sus superiores”, dice Irureta. “También fue muy creativo al comenzar el tema de llevar a María a los barrios, implementar las misiones familiares, las vigilias en Bellavista, entre otras cosas”, añade.

Un último detalle importante en la vida del P. Hernán Alessandri fueron sus últimos diez años en que estuvo postrado por una enfermedad neurológica, situación que afrontó con mucha fuerza y humildad. “Lo asumió con mucha conciencia y tranquilidad. Lo aceptó y entregó. Es muy famosa la frase que dijo: “Se acabó el tiempo de hacer y comenzó el tiempo de ofrecer”.

Para más detalles también les compartimos este video del P. Francisco Pereira publicada en Schoenstatt.org

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