Después de dos intensas semanas de trabajo, oración y reflexión llegó a su fin la Jornada de Verano de 2024. Ésta tuvo varios momentos destacados e importantes que no solo sirvieron para sacar conclusiones de lo realizado el último año sino también prepararse para todos los desafíos futuros que se vienen.
El P. Gonzalo Illanes, desde el punto de vista del Consejo Provincial, destacó la unidad de la comunidad: «Sabíamos que era una jornada bien desafiante por los temas que íbamos a abordar. Quedo muy contento porque tengo la impresión que la comunidad se involucró con mucha fe y responsabilidad en los distintos temas que fuimos tratando. A pesar de nuestras fragilidades me siento muy orgulloso de la comunidad que somos», señaló.
«Fue bueno volver a encontrarnos, estar juntos con tiempo y tener la oportunidad de compartir con padres de todas las casas y todas las edades. Trabajamos, lo pasamos bien y rezamos. Esto construye la comunidad y nos ayuda mucho. Este es el mejor momento que tenemos en el año para hacerlo», dijo el P. Francisco Jensen. «Me llevo las ganas de seguir avanzando en los temas abiertos y las invitaciones de esta jornada: el jubileo del 31 de mayo y el servicio de las comunidades que acompañamos. Me llevo también preguntas por cómo seguir construyendo la comunidad con más fuerza en el contexto que vivimos como Iglesia. Me voy de la jornada agradecido y animado», añadió el P. Francisco.
«Evalúo positivamente (la jornada), ya que hemos trabajado de modo muy responsable los temas: en profundidad y con mucho espíritu de cambiar lo que hemos descubierto que es perfectible, de mantener aquello que es un patrimonio enraizado en la cultura comunitaria. Destaco que la diversidad generacional es un tremendo regalo, un don, que debemos seguir perfilando aún más. La diferencia nos hace crecer, las distintas miradas de la realidad nos hace madurar«, dijo el P. Roberto Navarro.
«Fueron días muy intensos, con varios temas muy variados. Destacaría que se creció mucho en la honestidad y libertad para hablar entre todos y tocar los temas, a veces, muy difíciles o personales«, dijo el P. Domingo Errázuriz. «Es una alegría muy grande poder encontrarse con todos los hermanos. Es muy importante la vivencia de la comunidad en su conjunto. Me alegra y me da fuerzas para trabajar, para seguir adelante», señaló el P. Claudio Jeria.
«Fue una jornada de verano difícil, con temas complejos, que pudimos abordar desde una madurez que la comunidad ha alcanzado en estos años, siempre desde la perspectiva del don de la fraternidad que se nos ha sido dado. Creo que el lema de la jornada y la lectura del evangelio del Buen Samaritano, ayudaron para poder dialogar y meditar. Los temas de la Formación Permanente también fueron muy prácticos y concretos«, comentó el P. Juan Ignacio Pacheco. «El Señor y la Mater nos dieron la oportunidad de abrir los ojos, ampliar la mirada y descubrir la necesidad de aceptar nuestra historia, pedir perdón y tratarnos mejor», añadió.
A la jornada también llegaron padres desde otros países de la Provincia Pentecostés e incluso de Alemania como el P. Ignacio Camacho, quién actualmente se encuentra trabajando en la Dirección General de Schoenstatt en Alemania. «Me emociona de estar de vuelta en la provincia. Reafirmar que es mi lugar. Encontrarme con los hermanos desde los mayores hasta los más jóvenes. Los vínculos son muy reales y nos alegramos profundamente de vernos. Y eso es un gran tesoro. Ver como vemos las cosas, cómo vibramos por lo mismo cada uno en su originalidad, pero también hay un sentir común y eso es el gran tesoro que tenemos», dijo el P. Ignacio.
Formación permanente
Una parte importante de la jornada fueron las sesiones de Formación Permanente, que se realizaron durante la segunda semana de jornada.
Tal como lo señala la Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis, la formación sacerdotal es un camino que acompaña toda la vida, y como debe conjugar la verdad permanente del Ministerio con las instancias y características del hoy, se debe tratar de responder a las preguntas que provienen del contexto socio cultural que se vive en los tiempos actuales. (Juan Pablo II, 1992)
Coordinado por Alejandra García-Huidobro, este año 2024 se enfocó la reflexión y el aprendizaje en dos grandes temas: el manejo y gestión de conflictos y el desarrollo de las distintas etapas de la vida y sus características.
«El proceso de formación continua es fundamental para el desarrollo personal y sacerdotal. Al mantenernos en constante aprendizaje, estamos enriqueciendo nuestra vida y fortaleciendo nuestra capacidad para enfrentar los desafíos que se presentan en nuestro camino hacia la madurez«, comenta Alejandra.
El primer expositor fue Francisco Jiménez, abogado y licenciado en Teología, quien cruzó temáticas de resolución de conflictos y espiritualidad en una ponencia llamada «Conflictos: Del desencuentro a la conexión». En este taller se destacó el significado que el conflicto tiene en la vida humana y se aprendieron algunas técnicas para reflexionar sobre los conflictos que se viven de manera frecuente.
El segundo lo realizó la psicóloga María Paz Latorre, que, de manera interactiva, realizó un trabajo importante de autoconocimiento y reflexión en la comunidad para comprender las etapas del desarrollo y la interacción entre pares. Fue un valioso espacio para la conversación intergeneracional que se dio en un ambiente de respeto, sentido del humor y profundidad.
«La adquisición de nuevos conocimientos y habilidades nos permite crecer, evolucionar y alcanzar nuestra plenitud. Por lo tanto, es importante dedicar tiempo y esfuerzo a seguir formándonos, ya que la educación no tiene límites y siempre nos brinda la oportunidad de mejorar y crecer como personas«, añade Alejandra García Huidobro.
Por su parte, el P. Ignacio Camacho destacó estos momentos de formación: «siempre se agradece, nunca nos terminamos de formar y siempre es bueno crecer en algún aspecto», señaló.