Columna P. Juan Pablo Rovegno: «Somos peregrinos»

Muchos de nosotros nos hemos puesto en camino para la celebración del Jubileo 75 del 31 de Mayo, que se une a la bendición del Santuario Cenáculo de Bellavista y la coronación de la Mater. Todas fechas que forman parte del triduo en torno al Tercer Hito de nuestra Familia de Schoenstatt.

Los tres acontecimientos tuvieron como protagonistas al Dios de la historia, a la Mater, a nuestro padre fundador y algunas hermanas, sacerdotes y laicos, quienes con más fe que certezas, fueron parte de esta irrupción del Espíritu Santo, que nos regaló una fuerte conciencia de misión y nos impulsó a ser un carisma “en salida”.

Este Hito nos ha dado mucha vida, pero también nos tiene hasta hoy ante la pregunta por su contenido, proceso y contexto, que nos hablan de un carisma en desarrollo en medio del claroscuro de la historia de la salvación y de la iglesia, de las cuales formamos parte.

El camino de preparación y los pilares de la celebración que tendremos, han puesto como eje tres movimientos: peregrinar, abrir el corazón y renovar nuestra Alianza. Todo en la perspectiva de la misión de Schoenstatt, que aparece como el alma de estas celebraciones.

En esta meditación nos centraremos en el primer movimiento: peregrinar.

Todos somos peregrinos que caminamos por la vida para encontrarnos con el Dios de la vida en la vida y conducirnos hacia Dios (Dios Padre y la Trinidad), como meta final de la existencia.

Es un peregrinar que si bien tiene un objetivo final: el encuentro con Dios y conducir todo y a todos hacia Dios (así participamos de la misión de Jesús), se realiza todos los días en la medida que nuestra misión como cristianos es amar, servir y colaborar con Dios en la vida misma y, más concretamente, en el prójimo y en nuestro entorno.

Siendo peregrinos queremos ponernos en camino a esta celebración y lugar de gracias, que es el Santuario Cenáculo: Santuario de la misión y del Tercer Hito.

 Con ese espíritu bien vale la pena preguntarse ¿qué significa ponerse en camino como un peregrino?

Me atrevo a esbozar tres actitudes:

1.  Vamos “ligeros de equipaje”, una forma simbólica de decir que llevamos sólo lo necesario. Este ejercicio de desprendimiento necesario se refiere no sólo a cosas materiales, sino también a ideas, respuestas y prejuicios. Queremos observar, poner en diálogo, confrontar con la realidad, complementar, enriquecer, profundizar y proyectar creadoramente, el contenido de la misión y la forma como la hemos ido plasmando en lo concreto. Se trata de dejar de lado la pretensión de llevar “la” explicación y “la” respuesta” en torno al 31 de Mayo, así como la mirada crítica “por adelantado”, para mirar con nuevos ojos el camino recorrido y por recorrer.

2.  Vamos abiertos a dejarnos sorprender por lo nuevo y desafiante de algo conocido, pero que necesita una renovada mirada que tenga en cuenta tres dimensiones: las preguntas que han surgido en torno al relato y contexto del 31 de Mayo; la realidad, que no es lineal ni uniforme, ni menos reducible; y las diversas definiciones de un mismo hecho, que necesitan una integración, comprensión y simplificación, que la hagan trasmisible y dialogable con nuestro entorno eclesial, social y cultural.

3.  “Vamos el uno en el otro”, lo que supone la fraternidad de la alianza como un presupuesto necesario, para hacer de este acontecimiento una vivencia de enriquecimiento intergeneracional y eclesial, y no una declaración de principios, una afirmación unilateral de lo propio y distintivo, ni menos un mesianismo estéril y autorreferente.

Vamos como peregrinos “ligeros de equipaje”, “abiertos a la sorpresa” y “el uno en el otro”, lo que hace de esta oportunidad una posibilidad cierta de renovación que contribuya a encontrarnos entre nosotros, con nuestra historia y nuestro padre, con nuestro entorno y la realidad, especialmente con el espíritu sinodal y de renovación de nuestra iglesia.

Columna publicada originalmente en la Revista Vínculo de abril 2024

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