Buscando el alma del 31 de Mayo: Un impulso dado a la Región 31 de Mayo de la Federación de Familias Chile

Difícil tarea la de buscar el alma del 31 de Mayo, ya que todos tenemos un acercamiento a este hito de la Familia que nos ha marcado profundamente: somos hijos de esta tierra de Bellavista, tierra de la misión del 31 de Mayo; pertenecemos a la Región del 31 de Mayo de nuestra Federación de Familias y cada uno tiene una puerta de llegada en el plano de las ideas, de los afectos y también de las decisiones.

Por otro lado, estamos recorriendo un camino de comprensión, confrontación y profundización en torno a este hito, no sólo en su contexto, interpretación y trasmisión, sino también en su concreción y realización. Hablar del alma, aunque suene etéreo en un tiempo de resultados, hechos, imágenes, inteligencia artificial… es tremendamente importante, porque pareciera que en muchas dimensiones de la vida el alma está arrinconada, sobreexigida, violentada, vulnerada, sobreestimulada u olvidada. A diario experimentamos la necesidad de reconectar con el interior, pero se hace difícil entre tanto estímulo, reacción, agobio, ruido e incertidumbre.

El alma apela al interior en tres aspectos fundamentales para una vida armónica, centrada e integrada: un principio de vida, una identidad y una coherencia interior. Podríamos asimilarla al ideal personal, a valores fundamentales, a creencias basales.

En ese sentido, desde esa alma debería articularse nuestro modo de ser y actuar, nuestra plasmación en la vida, nuestra relación con el entorno vital e institucional. El alma no es sólo un principio interior, sino que desde ella se irradia, se dialoga, se plasma y se confronta la realidad. El alma se enriquece y se profundiza en ese dinamismo. Siempre está inserta en un doble movimiento de profundización interior y de proyección exterior.

Visto así volvamos a la pregunta inicial:

¿Cuál es el alma del 31 de Mayo?

Vamos a dar una respuesta que por obvia puede parecer superficial e insuficiente: La Alianza de Amor con María

Todo se entiende desde ese acontecimiento que marcó la fundación, desarrollo y fecundidad de nuestro carisma. ¿Dónde está lo nuevo en este Tercer Hito? Así como en el Segundo Hito de la Familia se profundizó la Alianza para abrirnos a la voluntad de Dios y llevar su realización solidariamente, a través de la santidad de vida vivida hasta la cruz; en el Tercer Hito, la Alianza proyecta su realización a una nueva altura y extensión en la perspectiva apostólica, la misión, como carisma en medio de la iglesia y el mundo, plasmando la cultura.

La Alianza alcanza una nueva maduración en tres dimensiones:

  1. Misión por los vínculos.
  2. Misión por la mentalidad orgánica.
  3. Misión por el valor de las causas segundas libres.

Maduración que sea hace en medio de confrontaciones con el carisma, lo que, desde una perspectiva salvífica, contribuye y acelera la toma de conciencia de su valor original. Estamos todavía conociendo, elaborando e integrando esa confrontación, sin embargo, las preguntas que hoy tenemos también nos ayudan a profundizar el carisma desde nuevos ángulos.

Volvamos al alma en la Alianza de Amor y su nueva profundidad y proyección apostólicas, en las dimensiones que mencionamos (que pueden ser más, pero me concentro en las que a mi juicio, son fundamentales):

1- Misión por los vínculos: creemos que el ser humano es un ser vinculado, gestor de vínculos y sujeto de vinculaciones. Los vínculos superan el peligro de una vida atomizada y fragmentada, masificada y anónima, individualista e indiferente, aislada y solitaria, autorreferente y egótica. Los vínculos reconocen el desarrollo, a través de las diversas dimensiones de la existencia: Dios y la trascendencia, el prójimo y los demás, uno mismo y nuestra realidad, nuestro entorno y el medio ambiente. Vínculos que tienen expresiones y concreciones personales y familiares, locales y ambientales, grupales y comunitarias, institucionales y ciudadanas, laborales y recreacionales. Vínculos que iluminan los pensamientos, afectos y decisiones. Vínculos naturales y sobrenaturales. La ausencia de alguna de estas dimensiones, la sobreacentuación de otras, la colisión entre ellas, producen una desarmonía que afecta el frágil y precario equilibrio humano, personal y social.

Desde esa perspectiva la misión por un sano organismo de vinculaciones es un desafío muy actual. No sólo por el valor intrínseco de una vida vinculada, sino por la necesidad imperiosa de sanación de tantos vínculos heridos en la urdimbre vincular. Pareciera que hoy necesitamos dar un paso previo: la toma de conciencia de las heridas vinculares, que hacen necesario un camino de sanación y reparación, como condición previa a la profundización y proyección de los vínculos en sí y a su valoración.

2- Misión por la mentalidad orgánica: es consecuencia de una vida vinculada, es decir, la capacidad de unir las diversas dimensiones de nuestra existencia: corazón, intelecto y voluntad, fe y vida, ideas y realizaciones. Tiene que ver con la coherencia y consistencia interna que se traduce en una concreción y plasmación consecuentes.

El peligro de separar, fracturar, marginar, reprimir, negar alguna dimensión vincular, impide el sano desarrollo de un ser en relación y desde el punto de vista de la fe, impide una fe encarnada donde “nada de lo humano le es ajeno a Dios” y donde “todo lo humano debe ser asumido para ser redimido”. Una fe separada de la vida reduce a Dios a una norma moral, a un rito externo, a un perfeccionismo paralizante, a un impulso energético, a una emoción, a una trascendencia inalcanzable. Dios se hizo hombre para llevar todo lo humano a su plenitud en Dios y para que Dios llegara a todo lo humano, incluso en el pecado, porque es el espacio para la conversión y el perdón.

3- La misión por las causas segundas libres: La humanidad de Jesús nos confirma que todo lo humano está llamado a ser un trasparente de lo divino, es decir, “expresión, camino y seguro de lo divino”. Dios llega “por transferencia orgánica”, a través de lo humano; lo humano llega por “traspaso orgánico” a Dios. Por eso nosotros creemos en el valor de las causas segundas (lo creado) como el puente para llegar a Dios y para que la experiencia de Dios llegue hasta nosotros. La cruzada por la mentalidad orgánica es la que permite valorar el modo y la pedagogía de Dios, teniendo como gran ejemplo la humanidad de Jesús que lo hace posible. Así entendemos con una renovada profundidad el “les he dado ejemplo” y “al discípulo le basta ser como el maestro”.

La afirmación del valor pedagógico y salvífico de las “causas segundas libres”, está sustentada por la historia de salvación y de la iglesia, en el surgimiento y desarrollo de nuestra Familia, en la experiencia y las vivencias en la vida de nuestro fundador, en los desafíos, tensiones y confrontaciones que ha entrañado esta misión. Desafíos, tensiones y confrontaciones que nos acompañan hasta hoy.

Por ejemplo, la vida del padre fundador es un caso preclaro del valor fundamental de los presupuestos para la fe, de las causas segundas (personas, lugares, vivencias): ¿Cómo hubiera sido la experiencia vital del cuidado, compañía y sanación en María, sin la experiencia positiva del alma femenina en su madre, abuela y prima? ¿De qué manera sus crisis existenciales lo hubieran dejado atrapado sin ese cuidado de Dios, mediado por María y posibilitado por esas vivencias humanas? ¿Cómo el apoyo del superior provincial para ser sacerdote, le regaló una experiencia de confianza de Dios en él, a través de esa experiencia sanadora de autoridad paternal? ¿Cómo el contacto vital con los congregantes y de tantas personas a lo largo de su vida, fueron sanando sus heridas y le hicieron cercano el amor de Dios, transformando su corazón en un espacio vital de confianza y en una experiencia de Dios para otros, a través de esa misma confianza depositada en él?

Por otro lado, está su herida de orfandad paterna. Él tuvo que recorrer un camino de sanación interior para ser también una causa segunda libre para los demás, de lo contrario su paternidad y su celo paternal no serían más que una proyección de sus carencias.

Incluso sus confrontaciones con el Santo Oficio, así como las acusaciones recibidas en diversos planos, tienen que haber remecido no sólo sus ideas y conciencia de misión, sino también sus fibras más internas y profundas.

Visto así, el actual desafío frente a nuestra misión por la mentalidad orgánica que no separa fe y vida, y que tiene su expresión más acabada en la pedagogía de las causas segundas libres, nos desafía en varias dimensiones:

  1. Sin autoeducación, es decir, conocimiento, aceptación y sanación de sí mismo no podemos pretender ser “expresión, camino y seguro” de la experiencia de Dios para otros. Más aún, no nos debería sorprender ser causa de alejamiento de Dios para los demás, si nuestra vida o actitudes no reflejan ese camino de sanación y liberación filial; basta mirar el drama de los abusos en relación con cualquier tipo de autoridad o la resistencia de los hijos a la fe de sus mayores cuando hay más perfeccionismo, moralismo y formalismo, que una vivencia de acogida, libertad e incondicionalidad.
  2. La causa segunda está referida a la causa primera que es Dios. Jesús en su humanidad conduce todo lo humano hacia Dios, incluso la realidad del pecado y debilidades humanas, pueden ser camino hacia Dios por la experiencia del perdón y la misericordia. Todo en Jesús es camino hacia el Padre, es decir, nos tiene que llevar en última instancia hacia Dios. Por eso es importante la causa segunda “libre”, que no retiene ni posee, ni exige ni depende, sino que remite hacia Dios o en Dios se abandona.
  3. La causa segunda es limitada, finita, complementable, errática y pecadora, porque no es Dios. Es sujeto necesitado de redención. Así podemos entender el camino de la desilusión y desencanto como un camino privilegiado para un encuentro más profundo y maduro con la vida y el Dios de la vida. La desilusión nos interpela a una mayor autonomía y, también, al ejercicio de una libertad madura y a relaciones maduras. Así podemos nuevamente entender el valor de la autoeducación y la sanación, como un camino que todos debemos recorrer para ser causa segunda libre para los demás.

Volvamos a la pregunta y respuesta iniciales:

¿Cuál es el alma del 31 de Mayo?

La Alianza de Amor con María, llevada a una nueva profundidad y proyección apostólicas

Porque a través de ella y con ella recorremos un camino pedagógico para llegar a ser causas segundas libres, que contribuyan a un sano organismo de vinculaciones allí donde estemos, con quienes estemos y en lo que hagamos, consecuencia del desarrollo de una mentalidad orgánica que une fe y vida

*Columna escrita por el P. Juan Pablo Rovegno, originalmente publicada en la Revista Vínculo de mayo 2024

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