Bajo la sombra de los árboles y el canto de decenas de pájaros, se invita a ponerse en “la presencia de Dios y pedirle que perdone nuestros pecados, entre ellos el egoísmo, la autosuficiencia, la falta de caridad, pero sobre todo, la falta de fe”.
Estas son las palabras del padre Rafael Amaya, que resuenan en medio del verdor de las plantas, desde el interior del santuario de Schoenstatt, durante una misa por el descanso eterno de un alma.
En este espacio de oración, fundado el 20 de enero de 1972 sobre la avenida del Santuario y Juan Tanca Marengo, al norte de Guayaquil, podemos encontrarnos con nuestra Madre. “Ella nos prepara para llegar a su hijo Jesús, nuestro Salvador”, refiere el religioso.
Él reitera en esta invitación, ya que el santuario ha sido designado por la Arquidiócesis de Guayaquil como uno de los templos jubilares donde se pueden ganar indulgencias, durante este Año Santo.
“Les invitamos a que, en este hermoso año jubilar, vengan a visitar a nuestro Señor Jesucristo y su Madre Santísima, para que derrame sus bendiciones en nuestros corazones y hogares”, manifiesta el padre Amaya.
En el interior del templo, la imagen de la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús en su pecho, con su tierna expresión maternal, invita a quedarse y contemplarla.
La tranquilidad que predomina, la frescura que dan los árboles y el cántico de las aves hacen que este complejo sea un oasis para reencontrarse con el Supremo.

Historias que resonarán
Bajo la sombra de los árboles y en las sendas también han quedado recuerdos. El último sábado de marzo, cuando EXTRA recorrió el lugar, fue un día de reencuentro para la manabita Sonia Navarrete, quien, en su visita a Guayaquil, aprovechó para volver al sitio donde caminó, jugó, aprendió sus oraciones y realizó su primera comunión.
Junto a su pariente Jhonny Vélez, hijo del primer guardián del predio, Sonia recordó que antes la zona era lodosa. “He vuelto después de 45 años”, dijo, admirada por la transformación del lugar y lo acogedor que es para la meditación.
Nataly Pérez, de la Pastoral del Santuario, se fascinó con lo que le relataban y comentó que en este recinto se han tejido muchas historias. Hace poco conoció la de una señora que sembró unas plantas en recuerdo de su hija.
En el santuario de Schoenstatt, en Guayaquil, el primero levantado en el país (hay dos en Quito y otro en Samborondón), reciben a los peregrinos para un encuentro espiritual de adoración y renovación.

Misas diarias para ganar indulgencia
El santuario está abierto para recibir a los peregrinos todos los días, desde las 07:00, para que puedan ganar la indulgencia plenaria. Para ello, deben cumplir con los siguientes requisitos: confesarse, participar en la misa, comulgar, rezar por las intenciones del Papa y rechazar incluso el pecado venial.
Las misas están programadas de lunes a viernes a las 07:30, y los sábados el oficio es a las 08:00. Los domingos se celebran tres actos religiosos: a las 10:00, 12:00 y 19:00. Antes de cada oficio, se ofrece la oportunidad de confesarse. Además, los jueves también pueden confesarse de 18:30 a 20:00.
El santuario cuenta con diferentes áreas diseñadas para el encuentro espiritual y la oración, además de una ruta para meditar sobre los diferentes misterios del Rosario (gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos)
Este este uno de los lugares preferidos por grupos para realizar retiros espirituales. Cada Viernes Santo, se vive un retiro especial para meditar sobre la Pasión de Jesús. La entrada es libre y se puede asistir con familiares o amigos.
Fuente: Revista Extra
Fotos: Miguel Canales – Revista Extra