El sábado pasado en el Santuario de Campanario se vivió una emotiva fiesta cuando Santiago Abella, seminarista mexicano de nuestra comunidad, fue ordenado diácono en la compañía de su familia, hermanos del Instituto y muchos de los jóvenes con los que comparte diariamente en su trabajo con las Juventudes Masculinas de Campanario y de Monte Schoenstatt, además de muchos miembros del colegio Monte Tabor.
La ceremonia fue presidida por Monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar de Santiago.
«Todavía ha pasado muy poco tiempo, y el corazón no ha alcanzado a caer en la cuenta de todo lo que significó el sábado pasado mi ordenación diaconal. Pero creo que el sentimiento que lo invade todo es la gratitud: una gratitud desbordante por la fidelidad de Dios. Fue gratitud lo que me llenó el corazón en la procesión de entrada, cuando renuncié a no mirar a nadie y comencé a ver rostros, sonrisas, lágrimas… Y el “ven, ven como un niño” de la canción de entrada me decía que sí, que por fin, que ya estaba pasando», comentó Santi Abella tras la ordenación.
«También me invadió la gratitud al estar postrado, con los rostros de los santos desfilando en mi imaginación, con cada misterio de la Vida de Jesús ganando palmos de libertad en mi interior. Y la gratitud al ponerme de pie y ser revestido, con “La Luz de Jesús” casi ahogada por los aplausos, y ahí de nuevo mi sonrisa se iba encontrando con sonrisas que guardaban gracia e historia compartida. Sí: Dios es fiel. Es fiel a la historia que empezó a escribir conmigo desde el vientre de mi madre (cf. Jer 1,4), a la historia que durante diez años y en estos últimos dos, sobre todo, ha escrito entretejiendo con la mía un montón de historias y de fe. Dios es fiel a nuestra historia abierta, que no terminó el sábado sino que se abrió más todavía, para seguir con Él caminando sobre el Mar hacia donde Él quiera acompañarme», agregó.
Cabe destacar que un día antes, el viernes 30, Santiago realizó su Consagración Contrato Perpetuo con el Instituto de Padres de Schoenstatt en la capilla de nuestra casa provincial en Bellavista. Una bonito signo fue que esta ceremonia coincidió con el día de Sión.