En en una muestra de fe y solidaridad, el padre Felipe Ríos compartió este año una experiencia profundamente conmovedora al celebrar la misa de Navidad en la cárcel de mujeres de Guayaquil. A pesar de las dificultades y los desafíos logísticos, incluyendo los estrictos controles de seguridad en esta cárcel militarizada y los permisos necesarios, el sacerdote logró llevar un mensaje de esperanza y alegría navideña a más de 200 mujeres privadas de libertad.
Jesús dijo “acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel, y también de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren.” (Hebreos 13:3) y este es un buen ejemplo de ello.
“Este año han pasado cosas muy difíciles en la cárcel, incluyendo muertes, y no es sencillo entrar. Pero gracias a Dios pudimos formar un pequeño grupo y celebramos una misa llena de significado,” relata el padre Felipe. Acompañado por un grupo de voluntarios, animaron la celebración con villancicos y llevaron un ambiente de alegría que resonó entre las asistentes. “Las señoras cantaban con gusto y estaban felices de poder celebrar la Navidad”.
Una de las partes más emotivas del encuentro fue el momento final de oración, en el que llevaron dos imágenes grandes del Niño Jesús. Cada una de las mujeres tuvo la oportunidad de acunarlo, mientras pedían por sus intenciones personales. “Muchas lloraron profundamente, fue un instante de conexión con su fe y con el significado de la Navidad,” destacó el sacerdote.
La celebración también contó con la participación de un coro organizado por las mismas internas, quienes interpretaron cantos con una calidad y devoción que impresionaron a todos los presentes. “Fue una experiencia muy bonita, profundamente religiosa. Todas mostraban una gran voluntad de vivir la Navidad con sentido,” expresó el padre Felipe.
El evento tuvo lugar la mañana del 24 de diciembre, ya que en la cárcel no hay personal disponible el día 25. Aunque las restricciones de seguridad impidieron tomar fotografías, los recuerdos de este encuentro quedó grabado en los corazones de quienes participaron.
“Salimos muy contentos de haber podido estar allí ese día, llevando un poco de consuelo y esperanza a quienes más lo necesitan,” concluyó el padre Felipe, quien cada año se esfuerza por hacer posible esta significativa celebración navideña en la cárcel de mujeres de Guayaquil.