Columna P. Hugo Tagle: Francisco, el Papa de la misericordia

…es el Papa del encuentro, del caminar juntos, de la sinodalidad. Anuncia una Iglesia cuya armonía no es fruto de una suerte de uniformidad, sino un canto sinfónico, polifónico, de donde brota riqueza y variedad, vida multicolor y por lo mismo de servicio, rica y fecunda…’.

Hoy 13 de marzo se cumplen 12 años de la elección del Papa Francisco como sucesor de Pedro. Su pontificado se proyecta ya como uno de los más significativos papados de la historia de la Iglesia. Son 12 años de un pastor con ‘olor a oveja’; de escuchar ‘las voces del tiempo’ con el oído en el corazón de Dios; de invitar a ‘caminar juntos’, de animar y dignificar.

Son innumerables sus ‘momentos estelares’, de gran inteligencia y, en muchas ocasiones, una gran valentía. Ha sido el hombre correcto, en el lugar y tiempo precisos. El Santo Padre es de esos hombres a los que en inglés se les dice ‘larger than life’: más grandes que la vida. Sobrepasa con creces los espacios y límites impuestos por su cargo, lo que es ya mucho decir.

A partir de su lema ‘Miserando atque eligendo’ —’lo miró con misericordia y lo eligió’—, toda su labor pastoral ha estado animada por la mirada misericordiosa de Jesús, que alienta y dignifica.

En sus cuatro jornadas mundiales de la juventud y en innumerables encuentros con jóvenes, Francisco muestra lo que caracteriza su pontificado: un lenguaje cercano, amable, cordial, empatizando con los jóvenes, alentándolos a ‘jugar en equipo’, a una vida tanto de diálogo con Dios como de servicio concreto a los demás, especialmente a los más pobres y vulnerables. Los desafía a expandir su capacidad de acoger y amar con el célebre ‘¡Todos, todos, todos!’ de la JMJ Lisboa 2023 invitándolos a acoger generosamente.

Destacan varios viajes apostólicos. Por de pronto, el primer Papa invitado al Congreso norteamericano. Pero son sus visitas a pequeños países, al margen de la órbita cristiano-occidental, las más destacables por su gran simbolismo. Más que la cantidad de personas convocadas —en Timor Oriental con solo algunos miles de cristianos—, ha buscado apoyar a las comunidades en la diáspora, alentándolas en su valiente tarea, muchas veces perseguidas, hostigadas y marginadas.

Destacan también los viajes a los Emiratos Árabes e Irak, y su esfuerzo infatigable por tender puentes con el mundo musulmán. Porque es desde el diálogo, y no desde la confrontación, donde nos encontramos; destruimos desconfianzas y construimos la paz.

Sin duda ha sido esa apertura a los otros lo que lo ha llevado a recibir en audiencias, proporcionalmente, más líderes de países de fuera de la órbita cristiana que cualquiera de sus antecesores.

Las encíclicas Laudato si’ del 2015 y Laudate Deum en 2023 sobre el cuidado del medio ambiente marcan un hito profético. Son textos clave para abordar en forma integral el cuidado de la naturaleza. ‘Con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre’, señala.

‘Quiero una Iglesia pobre para los pobres’, dirá en una ocasión. Las ‘grandes minorías’, los que están al margen de la vida social y económica, son su centro y desvelo. Lo predica con el ejemplo, visitando cárceles, hospitales, barriadas en sectores marginales, dedicándoles tiempo a los marginados y migrantes; niños, enfermos y ancianos.

Es el Papa del encuentro, del caminar juntos, de la sinodalidad. Anuncia una Iglesia cuya armonía no es fruto de una suerte de uniformidad, sino un canto sinfónico, polifónico, de donde brota riqueza y variedad, vida multicolor y por lo mismo de servicio, rica y fecunda.

Su llamado a ser ‘peregrinos de la esperanza’ en este año jubilar, revela un corazón de pastor con Cristo en el centro, referente vital que da verdadero sentido a la vida.

Francisco ha caminado junto y en medio de una humanidad herida por las guerras, pobreza, tensiones y divisiones, solidarizando con ella, consolando a los caídos, los marginados y vulnerables, y la ha invitado a levantar la mirada para acoger a Jesús, que nunca decepciona, con alegría y esperanza.

Columna publicada el 13 de marzo en diario El Mercurio

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